" Ya es hora que el arte deje de ser bufón de la corte"

Vladiir Mayakovski (1893-1930). Poeta, comediógrafo


jueves, 20 de mayo de 2010

Cinemateca UGT. Viernes 21 de mayo, 20 h: Velocità massima (Velocidad máxima), de Daniele Vicari


Velocità massima (Velocidad máxima), de Daniele Vicari
Italia, 2002. v.o.s.e. 111’. 35 mm
Único pase
Ciclo: Novísimos cineastas italianos

Patrocinio: Ambasciata d’Italia a Madrid Organización: Centro di Studi sul Cinema Italiano (CSCI),Cinemateca UGT-Sevilla. Colaboración: Cinecittà Luce, Istituto Italiano di Cultura di Barcellona, Istituto Italiano di Cultura di Madrid Agradecimientos: Adriana Chiesa Enterprises, Buskin, Classic srl, Fandango, Intramovies, Mir Cinematografica, Ondemotive, Pablo Film, Rai Trade

Claudio, de dieciocho años, aspirante a mecánico, comienza a trabajar en el taller de Stefano, de treinta y cinco años. Claudio restaura un viejo Ford, se enamora de una chica y comienza a confiar en Stefan, pero pronto se verá inmerso en una crisis.

Daniele Vicari es uno de los pocos narradores audiovisuales italianos que ofrecen un apoyo a aquellas microhistorias nunca contadas deslizando, en cuanto se presenta la ocasión, en la visión artística de un miedo que hay que superar o de un desafío que hay que seguir. Para él el cine es una cuestión social, un instrumento que, al mismo nivel que otras artes, puede desentrañar la sensibilidad que se encuentra en las relaciones entre las personas. El simple acto de relacionarse. Ése es su estilo y de ahí salen sus proyectos, aunque siempre tienen origen en algo que le es familiar, desde los automóviles hasta la vida de los pastores macedonios en Italia.

Licenciado en Historia y Crítica cinematográfica en la Universidad La Sapienza de Roma, se estrena detrás de las cámaras dirigiendo el corto Il nuovo, rodado en 16 mm, al que sigue Mari del Sud, ambos centrados en temas medioambientales y sociales. En 1997, junto con Guido Chiesa, Davide Ferrario, Antonio Leotti y Marco Simon Puccioni firma el documental Partigiani, que trata de la lucha contra el nazismo y el fascismo en la pequeña ciudad de Correggio. A partir de 1998 seguirá trabajando en el género documentalista dirigiendo Comunisti, Uomini e lupi, Bajram e Sesso, marmitte e videogames, con los cuales pasa de los asesinatos de sacerdotes en el '47 por parte de partisanos hasta la vida de los pastores en el Gran Sasso, para terminar con las pasiones automovilísticas de los italianos. Al año siguiente, tras participar en Non mi basta mai, la historia de cinco obreros despedidos por FIAT en 1980, dirige Morto che parla, centrado en la figura de Mario Cipriani, protagonista en 1963 de La ricotta y actor en Accattone, que había establecido un fuerte lazo de amistad con Pier Paolo Pasolini.

Debuta en el largometraje con Velocità massima (2002), película en la que dirige a Valerio Mastandrea en la historia de un chico de dieciocho años que entra en mundo de las carreras clandestinas de coches. Vicari ganará el Premio Pasinetti a la mejor película y el David di Donatello al mejor director novel.

El equilibrio casi cariñoso que Vicari mantiene entre el cine de hoy y de ayer permanece intacto en su filmografía y en su profesionalidad. Daniele es un tipo duro, un poco como los personajes de sus películas. Limpio y pragmático en algunos momentos y experimental y futurible en otros, él es, a pesar de todo, uno de los pocos autores italianos capaces de asumir el riesgo de una búsqueda expresiva que sigue las contaminaciones que devuelven una nueva linfa a aquel procedimiento artístico visceral e intuitivo llamado cine.

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