" Ya es hora que el arte deje de ser bufón de la corte"

Vladiir Mayakovski (1893-1930). Poeta, comediógrafo


domingo, 2 de mayo de 2010

QUE LA CINEMATECA ESTRENE ...

Tulpan, primer largometraje de ficción de Dvortsevoy, ingeniero aeronáutico ruso de Kazakstán (imposible no pensar en Borat) reconvertido en cineasta, es un film sorprendente. No se trata del habitual film presente en festivales, obtuvo el premio de Un certain regard, venido de países con poca producción cinematográfica, no es meditativo, no se regodea en los vacíos paisajes exóticos, más bien hace pensar vagamente en el Kiarostami de A través de los olivos.

Dvortsevoy filma los exteriores en planos largos, llenos de veracidad, intensidad y poética empatía, esperando pacientemente que la vida, animal o humana, aparezca en el cuadro, mientras deja que el sonido tome lentamente posesión del espacio: gemido del viento, camellos, gritos de niños. Para pasar posteriormente al interior de la tienda y así ir de lo épico a lo íntimo, donde la cámara, sin artificio ni impostura, de repente más móvil, más cercana a los gestos y los rostros, capta escenas de la vida familiar.

Aunque a veces pueda caer en el kusturikismo, en el pintoresquismo y el contraste cómico entre el mundo moderno y el tradicional, con el amigo que escucha a Boney M conduciendo su vehículo, la película nos sumerge con alegría, ternura e intimidad en el día a día de esa familia que sobrevive criando ganado, consiguiendo especialmente que todas las secuencias bajo la carpa de su casa sean magníficas.

Pero mención aparte merece la escena, no prevista en el guión, filmada íntegramente y en tiempo real, del parto de la oveja con la ayuda de Asa. Escena asombrosa, impresionante, que resume todo el film, suerte de unión entre lo real y lo imaginario, que acaba por convertirse en el centro de la película, y en la que Asa va a descubrir el sentido de su vida, tomará conciencia de sus capacidades, de su valor, de su paciencia y obstinación. Todo en una sola secuencia increíblemente simple y sublime.

Un cine desarmante en su sencillez, sin dobles lecturas, hiperrealista, sin cálculo, rebosante de humanidad y autenticidad, que se inventa a medida que se hace.

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