" Ya es hora que el arte deje de ser bufón de la corte"

Vladiir Mayakovski (1893-1930). Poeta, comediógrafo


martes, 18 de noviembre de 2008

Fin de semana en la Cinemateca (VII)

Cinemateca UGT
21, 22 y 23 de noviembre 2008.
Providence, de Alain Resnais / Viernes 21 de noviembre a las 20 h
Juventud en marcha, de Pedro Costa / Sábado 22 de noviembre a las 19.30 h
Mi tío en América, de Alalin Resnais / Domingo 23 de noviembre a las 18 h

La Cinemateca UGT, continua este fin de semana con los dos ciclos que vertebran su programación: Alain Resnais, sismógrafo de la realidad y Costa versus Huillet&Straub. Con Providence y Mi tío de América, de Resnais, alcanzamos, ya, la década de los ochenta dentro de la filmografía del director francés. Títulos estrenados en su momento, y que tuvieron un cierto recorrido comercial. En medio, Pedro Costa que nos demuestra que es uno de los pocos cineastas que hacen sentir que el cine está vivo y que también sigue reinventándose en Europa.

Providence (Francia, 1976)
La película trata de una de las cuestiones que más han preocupado al hombre a lo largo de su historia, la muerte y el balance, a ser posible positivo, tranquilizador, de lo que ha sido el desarrollo de su existencia. Si una de las características del hombre es su tendencia al aburrimiento, su horror al vacío, de ahí sus “necesidades dramáticas”, elaborar una historia en la que intervengan las personas-personajes que más le importan, puede ayudar a soportar el sufrimiento, el dolor de la existencia y la inmanencia de la muerte.

Cuando buscamos el tema de la película analizada, de lo que realmente está hablando, entendemos que es fundamentalmente de la muerte. De cómo el personaje Clive, que lucha con el dolor y la desesperanza de la en-fermedad, intenta hacer balance de su vida y, antes de morir, dejar sus cosas ordenadas, incluida su conciencia. Como se trata de un novelista, de un creador artístico, pretende elaborar una historia en la que todo quede arreglado

Mi tío de América (Francia, 1980)
Alain Resnais nos ha ofrecido algunas de las películas más peculiares, a la par que de las más variadas. Al acercarse a este director hay que tener los ojos bien abiertos, porque nunca se sabe qué puede salir de su cámara. Un año hace una película y dos años después otra completamente distinta. Parece que, una vez abordado un tema o una forma, ya no le interesa continuar por el mismo camino. A lo largo de su larga vida ha realizado unas quince, ninguna de las cuales se alía con lo que ya se sabe.

Mi tío de América es la antítesis de El año pasado en Marienbad. Mientras una opta por los sueños la otra lo hace por la ciencia. ¿Qué decir de esta película seria, compleja, arriesgada y encima simpática? Para empezar digamos que no narra una historia de la que podríamos extraer una sinopsis. En lugar de eso, nos propone una lección de cine y otra de psicología biológica. Tal vez podríamos decir que alude a tres vidas observadas por un científico y a un discurso del mismo, sin que ni unas ni el otro estén completamente acabados; más bien parecen esbozos que los espectadores hemos de completar, tal vez complementar con lecturas y el intelecto.

La juventud en marcha (Portugal, 2006)

La aventura de Pedro Costa en Fontainhas comienza en 1997 con “Ossos”, interesándose en los individuos marginales que habitan este suburbio a las afueras de Lisboa: inmigrantes, drogadictos, vagabundos, miserables; esto es, lo que algunos denominan despectivamente lumpem proletariado. El grupo de protagonistas del film se mantendrá en “No quarto da Vanda” (1999) y “Juventude em marcha”, inaugurando algo más allá de lo anecdótico, más allá de una serie de films: un proyecto vital. Los personajes viven y las películas atrapan fragmentos de su vida a lo largo de todo estos años. El espectador es testigo, con cada película, de la evolución o deriva en la vida de cada uno de ellos.

Ventura, abandonado por su mujer, deambula por su barrio, se reúne con amistades, hijos e hijas. Vanda, en proceso de desintoxicación, ha abandonado junto a su marido el barrio de Fontainhas para ocupar unas asépticas viviendas de protección oficial; quizás Ventura ahora haga lo mismo, pese a no apartar la mirada de un pasado conspicuo junto a su mujer. Puede tener la esperanza de recuperarla de esa manera; los ofrecimientos en su carta, recitada varias veces a lo largo del metraje, apuntan en esa dirección. Ventura encarna el absurdo de la espera a un Godot, también el patetismo como actitud existencial. En su viaje espectral de un lado para otro, escucha las historias de una juventud asfixiada, aunque sin aparente reacción, como un fantasma incapaz de sentir el tacto de las cosas. Pedro Costa ha definido su film como “una película sobre padres e hijos”, también sobre “la fidelidad” de un hombre “atrapado por su pasado”.

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