" Ya es hora que el arte deje de ser bufón de la corte"

Vladiir Mayakovski (1893-1930). Poeta, comediógrafo


lunes, 27 de octubre de 2008

Casi 20 años no es nada (III)


Ernesto Che Guevara, diario de Bolivia (Ernesto Che Guevara, journal de Bolivie), de Richard Dindo.
Suiza, 1994
Fue proyectada por la Cinemateca UGT el 15 y 17 de noviembre de 1996.
Dentro del ciclo Premiere

En lo fundamental, esta película está hecha a partir del recorrido por los mismos lugares por los que circulara Guevara durante su tiempo como jefe guerrillero en Bolivia. La estructura básica, después de la introducción de carácter histórico acerca de los motivos de la partida del Che desde Cuba hacia Bolivia, consiste en lo fundamental en filmaciones hechas en lugares mencionados en páginas del diario que Guevara llevaba y que se ha convertido en un documento de culto de los movimientos libertarios del mundo entero. A cada uno de los fragmentos, leídos en un tono marcadamente desapasionado, corresponde un pequeño tramo de imagen-sonido de la naturaleza de los sitios correspondientes y en ocasiones pequeñas entrevistas a lugareños que conocieron al guerrillero, sobrevivientes de su tropa o soldados que lo combatieron. Aunque en todos ellos sobresale el respeto, hay también la suficiente distancia emocional como para hacer que el resultado se diferencie de cualquier modo de cine de propaganda política. La figura de Guevara que aparece en la narración no solo está despojada de cualquier viso hagiográfico, sino que es evidente –dados los fragmentos seleccionados en el diario- el trabajo del realizador para que aflore el simple ser humano a través de apuntes en los que la meditación apunta a la enfermedad (el asma), la edad o la muerte del más cercano colaborador. A este propósito, resulta memorable el testimonio del estanciero que recuerda el impacto en Guevara, quien pasó una noche en su casa, de la muerte de Tuma (Carlos Coello). El elemento que realza el dramatismo de todo lo anterior es la naturaleza. Tanto la soledad del grupo guerrillero que el Che encabezaba como la circunstancia específica de la enfermedad, encuentran como telón de fondo unos paisajes apenas habitados, de vegetación notablemente más escasa a medida que se aproxima el encuentro final con el ejército boliviano y donde la frialdad matutina y la neblina parecieran ser un enemigo más.


La parte final del documental, dedicada a los hechos ocurridos en la escuelita de la Higuera, en donde Guevara fuera asesinado, contiene el testimonio más emotivo del conjunto: una mujer (hoy, la maestra del lugar) que entonces era una niña cuenta cómo le llevó comida, la conversación que sostuvieron (cuando el Che le explicó que todo lo habían hecho para que los niños y las personas del lugar tuvieran una mejor vida). Después de ello, haciendo un gran esfuerzo, la mujer cuenta cómo escuchó disparos, corrió hacia la escuela y encontró el cadáver del Che en el suelo con los brazos abiertos. Lo sorprendente del testimonio es que el cadáver estuviera solo, sin siquiera un soldado cuidándolo, y que a la hora en la que sucedió tampoco hubiese ninguno de los pobladores de La Higuera en el lugar, solo esta niña y su madre. Ello refuerza la noción de soledad con la cual opera el relato de Dindo; de hecho, es la única intervención evidente del realizador, una verdadera “puesta en escena”, para enfatizar el significado.

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