En Kigali se moteja de bafuye bahagaze (“muertos de pie”) a los cientos de miles de sobrevivientes del genocidio. En septiembre de 1994 conocí allí a Elise, una niña, única sobreviviente de su familia. Tenía apenas cinco años, la edad de la guerra civil de Rwanda que duró de 1990 a 1994. Sufría de pérdidas de memoria y no podía concentrarse mucho tiempo. Elise nunca recordaba mi nombre. Como para protegerse, sus recuerdos jamás se remontaban más allá de unos veinte minutos. Para que pudiera retener mi nombre, encontré una noche un medio mnemotécnico. Me inspiró el pijama demasiado grande que ella llevaba. “Piensa en ‘pijama’ cada vez que me veas: pijama-Benjamín.” Los días siguientes, cuando yo aparecía, gritaba de alegría: “¡Espera, espera, pijama-Benjamín!” Al igual que esta niña que se aferra a una imagen, Rwanda debería tal vez buscar un símbolo común que la uniera en torno a su memoria perdida.
Durante siglos, la civilización rwandesa se basó en un poder piramidal legitimado por los mitos, un poder que regía la economía y condicionaba las relaciones sociales. Erigía, y continúa erigiendo, una tiranía absoluta de la jerarquía, una jerarquía impregnada de un pudor en el que se mezclan autocensura, silencio y ocultación: entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre los shebujas (patrones) y sus bagaragu (servidores), y entre los tutsis, imbuidos de un sentimiento de superioridad, y los hutus, dominados por el de inferioridad....
Durante siglos, la civilización rwandesa se basó en un poder piramidal legitimado por los mitos, un poder que regía la economía y condicionaba las relaciones sociales. Erigía, y continúa erigiendo, una tiranía absoluta de la jerarquía, una jerarquía impregnada de un pudor en el que se mezclan autocensura, silencio y ocultación: entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre los shebujas (patrones) y sus bagaragu (servidores), y entre los tutsis, imbuidos de un sentimiento de superioridad, y los hutus, dominados por el de inferioridad....
Benjamin Sehene, escritor rwandés, autor de Le piège ethnique (La trampa étnica, París, 1999)
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