La Cinemateca UGT en colaboración con el Goethe Institut- Instituto Alemán de Madrid inicia esta semana el ciclo dedicado a Harun Farocki
Harun Farocki nació el 9 de enero de 1944 en Neutitschein (CSR), estudió ciencias teatrales, sociología y periodismo al mismo tiempo que se desempeñaba como dramaturgo y periodista. De 1966 a 1968 estudió en la Academia Alemana de Cine y Televisión de Berlín hasta que fue expulsado por razones políticas, junto con Hartmut Bitomsky, Holger Meins y Wolfgang Petersen, entre otros. En 1976, junto con Hanns Zischler, puso en escena “Schlacht/Traktor” de Heiner Müller en el teatro de Basilea. De 1974-76 colaboró en la redacción de la revista “Filmkritik”. Actualmente Harun Farocki trabaja como docente en la Academia de Artes Gráficas en Viena.
Con sus films y textos críticos, revela lo que las imágenes guardan bajo las capas geológicas de las codificaciones que el tiempo ha ido creando.Harun Farocki, observador crítico de la política y la cultura, se formó en el agit-prop de los años sesenta, cuando el cine intentaba despertar las conciencias buscando una mirada y un lenguaje emancipador. A lo largo de tres décadas, Farocki siguió sondeando el mundo para dar cuenta de su complejidad.
El cine de Farocki se funda en la protesta: El fuego inextinguible (1969) es un film de batalla, de combate contra la guerra de Vietnam, el napalm y el uso del napalm. Ese cortometraje puede tomarse como ejemplo de un procedimiento Farocki, que se repite también en Trabajadores saliendo de la fábrica (1995). Hay un tema identificable, un punto de partida para la investigación, una promesa de exhaustividad, que da la sensación de que podría obtenerse si los films de Farocki duraran más (ninguno de los presentados en este festival supera los 100 minutos y la mayoría de ellos se queda en menos de una hora). Pero la duración reducida es esencial para el nivel de concentración y juego intelectual que propone el realizador. Sus films son exploraciones de temas mínimos –la imagen fundadora del cine, la de los trabajadores saliendo de la fábrica, por ejemplo– que permiten establecer modelos de análisis (se puede aplicar esa mirada a diferentes tópicos trabajados por el cine en su historia). O bien son navegaciones; por ejemplo, por las implicancias de la razón instrumental que creó los tinieblas de Auschwitz (Imágenes del mundo y epitafios de guerra, 1988). Lo que allí se propone es un punto de partida no en tanto modelo de análisis –aquí se exploran conexiones tan arriesgadas como atinadas– sino como principio de trabajo sobre un problema. En ese film, Farocki deja –como en la menos explícita Los creadores de los mundos de compras (2001)– un escozor en el espectador, quien pertenece al mundo del que provienen esas imágenes de mundos e infiernos creados. Farocki, en estos casos, muestra la generación de ciertos infiernos y nos deja, sutilmente, con la obligación de enfrentarnos con el problema.
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