" Ya es hora que el arte deje de ser bufón de la corte"

Vladiir Mayakovski (1893-1930). Poeta, comediógrafo


jueves, 26 de octubre de 2006

Roberto Rossellini, un cineasta inagotable


Su cine ha hecho historia y él como pocos ha sabido conjugar dos disciplinas tan necesarias. Hace 100 años nació un niño privilegiado que pronto tuvo entre sus manos un divertimento que aún tendría un largo camino por recorrer.

Lo cierto es que un afortunado nacido en un ambiente burgués y cultureta necesita un abono continuado y el romano supo ilustrarse con lecturas, representaciones teatrales y películas. Desde niño obtuvo un pase especial para un mundo en movimiento aún sin sonido por ser el dichoso hijo del constructor de la primera sala de cine en Roma. Agradecido, saldó su particular deuda con el destino que le facilitó su aprendizaje convirtiendo la pantalla de cine en una didáctica pizarra para que los que no tenían acceso a ciertos bienes llenarán su vacío intelectual.

En 1938 rodó su primera película: Daphne no tenía mucha duración, era un corto, pero marcó el inició de una constante carrera como realizador que culminó con Año uno en 1974. Una filmografía marcada por el afán de ser testigo de la historia y mediante la que demostró hasta qué punto era posible convertir el cine en instrumento ético y, desde luego, sin necesidad de grandes presupuestos y algarabías. Su primer largometraje, La nave blanca, inauguró su trilogía sobre el fascismo, honrosas experiencias que contribuirían a que su carta de presentación tuviera más empaque todavía. La primera cinta rodada en Italia tras la Segunda Guerra Mundial, Roma, ciudad abierta, con guión de Federico Fellini y protagonizada por Anna Magnani y Aldo Frabrizi, marcó una nueva etapa con nombre y denominación de origen: neorrealismo italiano. Junto a Michelangelo Antonioni, Luchino Visconti y Vittorio de Sica –su Ladrón de bicicletas se considera la obra cumbre- estableció las pautas que harían de una moda todo un movimiento que influiría en otros como la ‘nouvelle vague’ francesa y el ‘free cinema’ británico. En todas las películas adscritas al neorrealismo la cámara enfocaba a personajes de clases bajas, desfavorecidos y marginados, apoyados en actores no profesionales. Sus tramas reflejaban la vida de un generación que tenía que abrirse camino entre la pobreza y la desesperación.

Rossellini completó una nueva trilogía con Paisà y Alemania, año cero para pasar luego a auténticos ensayos como El amor y dramas románticos como Strómboli, con una oprimida Ingrid Bergman en una pequeña isla del Mediterráneo. Con la protagonista de películas futuras y paradójicas, Te querré siempre y Ya no creó en el amor, protagonizaría un controvertido romance: los dos estaban ya casados pero juntos tendrían tres hijos, Enzo y las gemelas Isotta e Isabella, que seguiría los pasos de su madre. Cansado de llevar por bandera el neorrealismo se especializó en otro cine más introspectivo y con ribetes psicológicos a partir de Viaje a Italia, de 1953. Es entonces, después de una marcha trascendental a India, cuando un nuevo medio entra en juego. Rossellini empezó a filmar documentales y series, siempre marcando tendencia, como la que daría vía libre a la televisión educativa. Amigo del hijo del dictador Benito Mussolini, por lo que fue acusado de cineasta predilecto en su momento, su personalidad se vio alterada por episodios como la muerte de un hijo, hecho que inspiró secuencias de Paisà y Europa 1951. El también responsable de El general de la Rovere y Fugitivos en la noche falleció en 1977 dejando una necesaria colección de trozos de vida.

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