" Ya es hora que el arte deje de ser bufón de la corte"

Vladiir Mayakovski (1893-1930). Poeta, comediógrafo


viernes, 22 de febrero de 2008

Cinemateca UGT. Cine para hedonistas del cine. Sábado 23 de febrero a las 20 h: La rodilla de Clara


La rodilla de Clara (Le Genou de Claire),
de Eric Rohmer
Francia, 1971. 105’ v.o.s.e. 35 mm
Rohmer: los cuentos morales (IV)
Próximo pase: Domingo 24 de febrero a las 20 h

Una estructura tipo en los "Cuentos morales" de Rohmer: el hombre paradigma (en este caso Jérôme, un diplomático) tiene que satisfacer la dialéctica incontestable entre la mujer estándar (Lucinde, su novia eterna, con la que al fin ha decidido casarse) y el deseo insatisfecho de otra mujer. En "La rodilla de Clara", a diferencia de otros filmes de la serie, este deseo alcanza hasta a tres mujeres: Aurora, la escritora rumana y las dos hijas de ésta: Laura, a quien la propia Aurora empuja en brazos de Jérôme para que ella pueda vencer su novela, cuyo argumento gira en torno a un hombre maduro que mantiene relaciones con una adolescente, y Claire, la hermana mayor, de una belleza fresca, autosuficiente y distante, acompañada de un impertinente novio. En una concentración alegórica aquí el deseo insatisfecho se aquilata en la rodilla inaccesible de Claire, obsesión fetichista de Jérôme, cuya obsesión no culminará hasta que consiga satisfacer el tacto del objeto sexual. Vencida la tentación, en un claro ejercicio rohmeriano de pragmatismo, todo el orden del discurso alcanza su sentido.

Bajo este clásico esquema narrativo rohmeriano "La rodilla de Clara" se presenta como una de las obras más físicas (si eso es posible) en su obra y, en particular, de la serie de los "Cuentos morales". No sólo por la concentración de la mirada tanto de Jérôme como de los espectadores hacia una voluptuosa porción de espacio femenino, cuanto por la corporeidad que adquieren paisaje, interiores y objetos, gracias a la inestimable colaboración de Néstor Almendros, habitual operador de Rohmer. Así mismo, las relaciones entre los personajes, cuya proximidad física alcanza un sentido plenamente sensual o los extensos diálogos rohmerianos, preñados de una intimidad que puede herir nuestro pudor, resaltan la materialidad de un filme que resulta un deleite no sólo para la vista sino para el resto de los sentidos: que puede olerse, degustarse, casi palparse.

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