Cuarto largometraje del surcoreano Lee Chang-dong (los anteriores son Green Fish, Peppermint Candy, Oasis) y primero tras ser nombrado Ministro de Cultura de su país. Su mayor virtud es el ritmo, que no se deja presagiar por los primeros instantes. Con la intención de conseguir los sueños de su marido muerto, Shin-ae abandona Seul para instalarse con su hijo en la pequeña ciudad natal de él. En esta media hora inicial Lee Chang-dong parece iniciar un film que no tendrá nada que ver con lo que a continuación vendrá tras una ruptura violenta, absurda e inesperada, para convertirse en un film que cambia sin cesar.
Jeon Do-Yeon se alzó con el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes de forma totalmente justa. Con destreza y gracia oscila entre la comedia y el melodrama, entre la desesperación total y los atisbos de esperanza, componiendo un himno secular a los pequeños triunfos y las grandes tragedias de cada día y a nuestra increíble capacidad para enfrentarlas.
Lo valioso de Secret Sunshine reside en la plasticidad de su escritura, en la forma en que reinventa sin cesar la potencia novelesca de un guión que brilla a gran altura. Lee Chang-dong articula de forma remarcable la narración y una puesta en escena serena donde cada plano parece mostrar la alegría de volver a rodar de nuevo. Magnífica película que habla sobre la alteridad y la reversibilidad de las experiencias, y de cómo la desgracia puede surgir de las grietas de lo cotidiano.
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