Garrel es una de las figuras más independientes del panorama cinematográfico francés. Desciende directamente de la nouvelle vague, pero también de cineastas como Robert Bresson y Jean Eustache. Desde que inició su andadura tras las cámaras en 1964, ha practicado desde el cine aislacionista hasta el retrato de importantes fragmentos de la historia reciente, sin desdeñar reflexiones sobre la pareja, las drogas y el propio séptimo arte.
Durante su carrera cinematográfica, ha colaborado con actrices tan carismáticas como Jean Seberg, Bulle Ogier,Emmanuelle Riva y Nico, la cantante de The Velvet Underground que fuesu pareja.
Sus películas, tejidas de rostros y sentimientos límite, oscilan entre la crudeza airada de La cicatrice intérieure (1970), uno de los títulos fundamentales de su primera etapa, y la sesgada emoción de filmes como Un ange passe (1975).Encuadres precisos, bellos, sin afectación. Retratos del amor, del desamor y de otras soledades. Miradas al vacío, perdidas o ensimismadas. Gestos delatores, silencios que hieren, que curan y un halo de melancolía. Y de repente un ángel pasa, esparciendo una impronta de vida en el seno de la ficción. Así es el cine de Philippe Garrel, triste pero hermoso, doloroso, terapéutico, potente como pocos a la hora de transfigurar lo cotidiano en poesía. Una poesía que asoma tras la sutileza de un leve ademán, tras la pericia de una elipsis brutal o de un fuera de campo elocuente.
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