Kiriku y la bruja (Kirikou et la sorcière),
de Michel Ocelot.
Bélgica- Francia- Luxemburgo, 1998.
Ciclo Aula de cine
Único pase
Con lo comercialoide y previsible que se nos ha vuelto el cine, ¿queda todavía espacio en la sala oscura para películas distintas, frescas, emocionantes, estéticamente bellas, divertidas, edificantes -por su positivo mensaje- y deliciosamente humanas? Tras ver "Kirikú y la bruja", un exquisito y aparentemente sencillo film de dibujos animados cuya acción transcurre en un poblado africano anclado en la intemporalidad de lo mítico y de la leyenda, no podemos decir otra cosa que rotundamente sí.
Esta engañosamente modesta producción dirigida por el francés Michel Ocelot y que se exhibe también doblada al euskara y al catalán, demuestra que con ingenio y criterio artístico unidos a una producción eficaz al servicio de una historia atractiva, se puede competir con éxito (varios millones de espectadores en
Resulta curioso que este baño de autoestima de la animación cinematográfica europea frente al coloso americano se base en una historia africana que se desarrolla íntegramente en una aldea del continente negro y la que no aparece un solo personaje de raza blanca. Ninguno, como lo leen. Y no es un detalle baladí, hagan memoria y procuren rescatar de su memoria cinéfila alguna otra película de ficción sin "rostros pálidos". Siempre sale algún misionero, viajero intrépido o inconformista desengañado del modus vivendi occidental... que acaba erigiéndose en protagonista.
Ricardo Oleaga. Zinema.com
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