La inglesa y el duque (L'anglaise et le duc), de Eric Rohmer. Francia, 2001. 134’ v.o.s.e. Especial RohmerÚnico pase
La inglesa y el duque adapta fielmente Mi vida bajo la revolución, las memorias de Grace Elliot, una bella aristócrata inglesa que era amiga íntima del voluble Duque de Orleans, alias Egalité, uno de los pocos nobles que lideraron la Revolución Francesa hasta ser, como tantos otros, devorado por ella. Aquella valiente mujer se negó a huir a Londres, y vivió en directo muchas de las masacres e injusticias de la oscura época del Terror (1792-1794), cuando la persecución religiosa alcanzó su momento más dantesco y cuando líderes cada vez más neuróticos y mesiánicos lanzaron al populacho a una vorágine de violencia y odio. En esa época turbulenta, Grace Elliot aprovechó su condición de extranjera y, arriesgando su vida, intentó salvar de la guillotina a varios aristócratas y militares, injustamente condenados a muerte en nombre de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
En cuanto al enfoque narrativo de su película, Rohmer ha reconocido expresamente su deuda con las que son probablemente —con permiso de
Diálogos de carmelitas, de Bruckberger y Agostini, y
Danton, de Wajda— las tres mejores películas sobre la Revolución Francesa. A saber:
Las dos huérfanas, de Griffith;
Napoleón, de Abel Gance; y
La Marsellesa, de Jean Renoir. Como ellas,
La inglesa y el duque ofrece una visión revisionista, decididamente crítica y desmitificadora, de la Revolución Francesa; una revolución que, a diferencia de la soviética, no ha tenido hasta ahora una hagiografía fílmica de la talla de
El acorazado Potemkin u
Octubre. Y, como las películas citadas, este último trabajo de Rohmer se esfuerza en alcanzar una perspectiva histórica real, que permita al espectador, sin parcialidades, simplicaciones ni maniqueísmos, comprender las mentalidades de la época y las concretas reacciones de cada personaje.
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